La convección de calor es una forma de transferencia de calor en la que la energía es transportada por un flujo de líquidos o gases. A diferencia de la conducción del calor, la convección no puede tener lugar en los materiales sólidos. En la convección natural, los movimientos de la sustancia líquida o gaseosa tienen lugar debido a las diferencias de densidad y fuerzas gravitatorias, es decir, debido a la gravedad. Las partes cálidas del material se mueven hacia arriba debido a una menor densidad, mientras que las partes más frías se mueven hacia abajo en dirección a la gravedad.
Un ejemplo clásico de convección natural de calor es cómo funciona un radiador en una sala de estar. El radiador calienta el aire cerca del radiador por medio de calor radiante, luego sube al techo por convección y el aire frío fluye hacia abajo desde abajo. De esta manera el calor se distribuye uniformemente por toda la habitación. Sin la convección, el calor sólo se distribuiría lentamente en la habitación, ya que la conductividad térmica del aire es muy pobre. Se habla de convección forzada cuando el proceso de flujo se apoya mecánicamente. Esto puede hacerse por medio de bombas o ventiladores, por ejemplo.
En la industria de la construcción, la convección desempeña un papel, por ejemplo, en los acristalamientos múltiples que consisten en dos o más vidrios, cuyo espacio entre ellos se llena de aire o generalmente de gas inerte. Al hacer estos acristalamientos múltiples, hay que asegurarse de que las capas de gas aislante entre los cristales sean lo más pequeñas posibles para minimizar los flujos y así evitar la transferencia de calor por convección. Sin embargo, la capa de gas tampoco debe ser demasiado pequeña, de lo contrario se pierde el efecto del aislamiento térmico de esta capa.
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